Cuentan que las apariciones de Tom Selleck (Detroit, 80 años) en Friends debían ser regrabadas porque el público suspiraba cada vez que aparecía (y en Friends apareció Brad Pitt). Su personaje, el oftalmólogo Richard Burke,iba a durar tan sólo tres capítulos, pero el público pidió más y acabó quedándose durante diez episodios y convirtiéndose en uno de los personajes más queridos. Richard representaba una masculinidad a la vieja escuela: fumaba puros, veía documentales bélicos y lucía un frondoso bigote que Chandler y Joey eran incapaces de emular. Nadie podría emularlo.“Richard es el héroe romántico subestimado de la serie: es un adulto hecho y derecho, básicamente el símbolo de la masculinidad atractiva, seguro de sí mismo, sabio y amable”, observó Vulture. El Washington Post no se quedó atrás a la hora de glosarlo: “Robusto como el Monte Rushmore, atlético y sumamente simpático, Selleck rezuma rasgos de la masculinidad estadounidense tradicional; es la personificación misma del tipo fuerte y silencioso”. No era la primera vez que se le usaba para definir la masculinidad. Su papel en Magnum forma parte de lo que la académica Susan Jeffords denominó la “remasculinización de Estados Unidos tras la decepción de Vietnam”.Más informaciónEl Tom Selleck tras sus personajes no dista mucho de la imagen que proyecta, es un exmilitar y exjugador de béisbol que viste Wranglers, camisas de cuadros y botas de cowboy y vive en un rancho con pabellón de caza y un salón de fumadores donde hay un cojín bordado con la frase de Mark Twain: “Si no puedo fumar puros en el cielo, no iré”. A Chandler y Joey les hubiese encantado.Un joven Tom Selleck anuncia cigarrillos en un cartel en los accesos al metro de Nueva York en 1976.Donaldson Collection (Getty Images)Deidre Hall, Tom Selleck y Jaime Lyn Bauer en el culebrón estadounidense ‘The Young and the Restless’.Frank Edwards (Getty Images)Con su metro noventa y tres, ojos intensamente azules y un bigote que encabeza varios rankings de mejores mostachos y forma, junto a los de Burt Reynolds y su amigo Sam Elliott, la santísima trinidad de los bigotes estadounidenses, es de esos guapos que lamentan su suerte genética. Confiesa que a menudo lo rechazaban en los castings porque su belleza “distraía”. Llegó justo en la época en la que el cine americano despreciaba las bellezas convencionales que habían reinado en el cine durante los cincuenta y sesenta. “A Dustin Hoffman no le costó tanto que lo tomaran en serio”, se quejó. Eran los tiempos en los que Al Pacino, De Niro e incluso Woody Allen o Dudley Moore ejercían de galanes románticos. “Creo que muchas veces entraba por la puerta y no me tomaban en serio”, explicó.Hay actores a los que definen sus papeles. Y a Tom Selleck también le define un papel que no hizo. Aparte de su bigote, hay otro tema ineludible cuando se habla sobre él. Es el hombre que casi fue Indiana Jones. Cuando George Lucas preparaba En busca del arca perdida (1981) desestimó la idea más lógica, que era repetir con Harrison Ford tras el éxito de La guerra de las galaxias. Prefirió un rostro desconocido y le sugirió a Steven Spielberg que echasen un vistazo a Selleck. Hizo dos pruebas y no dudaron: él sería Indiana Jones. Le pidieron que leyese el guión y las pocas dudas que tenía se disiparon. “Llegué a la página ocho, donde la roca rueda colina abajo detrás de Indiana Jones, y simplemente dije: ¡Mierda! ¡Esto es buenísimo”, recordó en una charla con Esquire.Tom Selleck en 1979.Michael Ochs Archives (Getty Images)Estaba entusiasmado, pero había un problema. También lo habían seleccionado para protagonizar Magnum, un procedimental policíaco de la CBS ambientado en Hawaii. Se lo comunicó a Lucas y Spielberg y no tuvieron problema en que compaginase ambos proyectos, pero CBS fue inflexible: lo querían en exclusiva. El nombre de Harrison Ford volvió a la palestra. Y lo demás es historia. Ford sigue agradeciéndoselo. “Tom Selleck tenía el trabajo, pero también tenía la obligación de hacer una serie de televisión y no pudo romper ese contrato. Me convertí en la segunda opción y estoy muy agradecido con él. Gracias, Tom. Si estás escuchando, gracias de nuevo”, bromeó Ford durante una entrevista con la publicación cinematográfica Deadline.No mira hacia atrás con ira, todo lo contrario. Aquello le sirvió para deshacerse del síndrome del impostor que le atenazaba. “La aceptación definitiva de que servía para aquello fue que Spielberg y Lucas me querían. Y siempre me aferré a eso”.Tom Selleck en un concurso de famosos televisivos emitido en 1978 en la cadena ABC.Walt Disney Television Photo Arc (ABC)Tom Selleck con Sharon Stone, que tuvo un papel episódico en ‘Magnum’ en 1984.CBS Photo Archive (CBS via Getty Images)No fue el único papel que perdió por Magnum, ni el único que acabó en manos de Harrison Ford: tampoco puedo interpretar al protagonista de Único testigo (1985) ni a Terminator (1984) y tuvo que decir no al papel que acabó interpretando James Garner en Victor o Victoria (1982). A otros renunció voluntariamente: no quiso ser el Mitch Buchannon de Los vigilantes de la playa porque no quería encasillarse como sex symbol. No llevó bien ser considerado el hombre más sexy de 1986 por los lectores de Ladies’ Home Journal . “Fue vergonzoso”, afirmó. “Si te crees esas encuestas, ¿qué pasa cuando empiezas a perder?”.No considera que Magnum fuese un premio de consolación. Fue el papel que cambió su vida: gracias a él ganó un Emmy y ascendió al olimpo de la televisión. Aunque su relación con la serie empezó erráticamente. El piloto le horrorizó, el personaje era demasiado perfecto, demasiado James Bond, pero temía que si se quejaba prescindiesen de él y era consciente de que que tenía ya 35 años, la edad en la que la mayoría de los actores han consolidado su carrera y era consciente de que aquella era su última oportunidad. Había hecho papeles en todas las series: Marcus Wellby, Mannix, Las calles de San Francisco, Los Ángeles de Charlie… pero nunca había pasado de un único capítulo. Quejarse podía significar el fin de una carrera que aún no había comenzado, pero se arriesgó, les dijo a los productores que aquel piloto “le parecía una mierda” y le escucharon. Llegó un nuevo guionista y su personaje cambió radicalmente. Magnum se mantuvo en antena con éxito durante ocho temporadas y Selleck se convirtió en un icono con su Ferrari 308 GTS descapotable, su gorra de beisbol de los Detroit Tigers, su impresionante bigote y sus camisas hawaianas hechas a medida por una lugareña a la que conoció en la playa, “A partir del tercer episodio, los turistas de Hawái me reconocían, pero hasta entonces no supe lo que era la fama”.¿Actor yo?Su llegada a la interpretación, como la de tantos otros que acaban convertidos en leyendas, ocurrió de manera accidental. Fue a la universidad aunque no le interesaban demasiado los estudios, sino ser jugador de béisbol profesional. Y su buena planta lo llevó por otros derroteros. Sus amigos lo convencieron para que apareciese en The Dating Game, un programa de citas a ciegas que había servido de plataforma para actores como Steve Martin y Arnold Schwarzenegger y los productores se prendaron de su físico y su sonrisa. Primero se abrieron para él las puertas de la publicidad, después llegó la televisión. “Todo pasó tan rápido que ni una sola vez me detuve a preguntarme: ¿por qué? ¿Por qué hago esto? Ni siquiera ahora estoy seguro de poder responder a esa pregunta”, escribe en sus memorias You Never Know: A Memoir, publicadas la pasada primavera. “Pero lo cierto es que nunca me interesó ser actor”.Imagen promocional de las serie ‘Magnum’ en 1981 para Estados Unidos.CBS Photo Archive (CBS via Getty Images)Tom Selleck estaba guapísimo en ‘Magnum’ con sus camisas hawaianas. También sin ellas.Manchester Daily Express (SSPL via Getty Images)Eso explica que en mitad de su contrato con Fox, que le acogió en un programa de jóvenes talentos, sirviese seis años en la Infantería del Ejército de los Estados Unidos. Selleck tiene una querencia por la vida militar y los personajes de orden: policías, detectives, sheriffs… tal vez esté relacionado con una anécdota de infancia. Cuando era niño, su padre cumplió la tradición familiar con él como previamente había hecho con sus tres hermanos y lo llevó a una cárcel de Detroit donde permaneció horas en una celda: “Eso me hizo pensar que no quería estar nunca en la cárcel por ningún motivo”. El actor nunca ha protagonizado ninguno de los escándalos habituales de las estrellas, sólo un extraño incidente relacionado con robar agua para regar su plantación de aguacates que se solucionó extrajudicialmente.Selleck tenía claro que su físico iba a condicionar su carrera. Su primer papel le llegó como “Joven Semental 4″ junto a Mae West, en la disparatada adaptación de Myra Breckinridge de Gore Vidal estrenada en 1970. Selleck estaba enamorado de West en su infancia y ella correspondió a esa devoción. En todas sus declaraciones sobre la película lo comparaba con otro joven al que había descubierto en el inicio de su carrera: Cary Grant.En la cima de su popularidad, Selleck encadenó varios éxitos de taquilla. Junto a Ted Danson y Steve Gutemberg rodó Tres hombres y un bebé (1987), versión del éxito francés, y su secuela Tres hombres y una pequeña dama (1990). También mostró sus habilidades como galán en la deliciosa Su coartada (1989), una comedia romántica con toques de thriller que lo emparejó con la modelo Paulina Porizkova. Su trayectoría se mantenía arriba, pero bastaron un par de fracasos para dinamitar su carrera. La coral Cómo sobrevivir a la familia (1992) se desplomó en taquilla y la crítica se cebó con su papel de Fernando el Católico en la descabellada Cristóbal Colón. El descubrimiento (1992). Una actuación que fue premiada con un Razzie que recogió en el efímero programa de entrevistas de Chevy Chase.Tom Selleck y Carol Burnett en una imagen promocional de ‘Magnum’ de 1984.CBS Photo Archive (CBS via Getty Images)Tras años de ostracismo volvió a la comedia romántica de manera inesperada y su carrera se revitalizó gracias a un beso. El que le dió a Kevin Kline en In&Out (1997), una de las escasas aproximaciones del cine comercial de Hollywood a la homosexualidad, la más relevante desde Philadelphia (1993). Precisamente la película que la inspiró, está basada en el discurso de Tom Hanks al recibir el Oscar y su agradecimiento a un profesor de teatro gay. Aquel beso, convenientemente filtrado, se convirtió en la comidilla de la temporada y convirtió su estreno en uno de los eventos más esperados.En In&Out Tom Selleck interpreta a un reportero abiertamente gay que se enamora del personaje interpretado por Klyne, un movimiento sorprendente para el máximo exponente de la virilidad americana. Había un motivo tras la decisión de interpretar a aquel personaje. En 1993 había demandado al periódico sensacionalista The Globe por publicar un artículo que lo acusaba de ser homosexual, un movimiento que le granjeó la acusación de anti-gay que él rechazaba virulentamente.”No es anti-gay decir que no lo eres”, insistía. “Demandé al National Enquirer en 1983 cuando dijeron que tuve una aventura con Victoria Principal, a quien nunca había conocido”.Según declaró, lo que le enfureció es que cuando The Globe publicó aquello acababa de comprometerse con su esposa “y ese tabloide insinuaba que llevaba una doble vida. Fue hiriente para otras personas, y ahí es donde pongo el límite.”Tom Selleck, Ted Danson y Steve Guttenberg en una imagen promocional de su éxito cinematográfico ‘Tres hombres y un bebé’ (1987).TPLP (Getty Images)Tom Selleck en el estreno de la última temporada de su serie ‘Blue Bloods’ en Nueva York en 2024.Gary Gershoff (Getty Images)Afirma que muchas personas le preguntaron si no temía que su imagen se resintiera, pero eso es lo último que le importaba. “Llevo suficiente tiempo en esto como para saber que los actores que se obsesionan con su imagen están condenados a ver sus viejas películas en la tele cuando nadie quiere contratarlos. No puedes ser quien eras hace 10 años. Creo que si te lo puedes permitir, deberías arriesgarte siempre”. Y el riesgo de nuevo mereció la pena y aquel papel, junto a su paso por Friends, relanzó su carrera.El papel había sorprendido también porque Selleck es un conservador convencido que venera a Reagan, apoyó al senador McCain frente a Obama y participó en la campaña de Mitt Rommey, pero no muestra excesiva simpatía por Donald Trump. Sobre su vida sentimental se sabe poco, ni siquiera en su autobiografía hay demasiados datos. Ha habido rumores sobre romances con actrices conocidas, pero lo tangible es que estuvo casado con la actriz Jacky Ray, de la que se divorció antes del éxito de Magnum, y que lleva desde 1987 casado con Jillie Mack. Se conocieron en el West End de Londres en 1983, cuando ella interpretaba a Rumpleteazer en Cats . Él vio la obra ocho veces, causando un gran revuelo en el teatro, pero su presencia no impresionaba a todos los asistentes: ella no sabía quién era. Selleck considera que su privacidad es sagrada, por lo que detesta la exhibición pública más allá de la pantalla. Considera que las redes sociales son “corrosivas” y afirma no saber ni enviar un correo electrónico.Su último gran papel acaba de llegar a su fin. Durante once temporadas ha interpretado a Frank Reagan, el patriarca de una familia de policías en Blue Bloods. Selleck intentó por todos los medios que la serie siguiese en antena, pero una vez cancelada, ya está buscando empleo. No quiere vivir de recuerdos, ni oír hablar de la jubilación. Solo piensa en nuevos proyectos. Después de todo, sólo tiene ochenta años.
Tom Selleck a los 80: historia del galán que pudo ser Indiana Jones y renació gracias al papel más arriesgado de su carrera | ICON
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