Las farmacéuticas han sido tradicionalmente un sector defensivo para los inversores. Un refugio en momentos de alta volatilidad debido a unos flujos de caja predecibles y un dividendo generoso sustentado en la posesión de patentes a largo plazo. Este jueves, cuando las Bolsas se derrumbaban por los aranceles de Trump, así lo demostraron algunas de ellas: AstraZeneca y GSK no solo esquivaron las pérdidas, sino que acabaron con revalorizaciones superiores al 1% y Sanofi contuvo el golpe con un descenso de solo el 0,68%. Celebraban así haber quedado exentas de las tarifas, aunque la posibilidad de tasas en EE UU a los medicamentos europeos siga sobrevolando el sector. Sin embargo, las caídas en sus pares estadounidenses fueron generalizadas, y algunas han vivido una semana para olvidar: la deriva antivacunas de la nueva Administración Trump, con su secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., a la cabeza, precipitó el lunes la salida de Peter Marks, un funcionario clave de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés). Su adiós aceleró la salida de capitales de los fabricantes de vacunas estadounidenses, ante el temor a que desde la Casa Blanca se frene la investigación y se desincentive su uso.Los mercados ya han dado un par de avisos en forma de caídas en Bolsa. El primero, cuando se conoció el nombramiento de Kennedy, conocido antivacunas, en un movimiento que un centro científico comparó con colocar a un terraplanista al frente de la NASA. Y el segundo este mismo lunes, cuando se consumó la dimisión de Marks, que se marchó haciendo ruido, con un comunicado donde acusaba a Kennedy de desinformar y mentir.Marks era conocido por haber supervisado la introducción de las vacunas contra la covid y haber fijado el marco normativo para el uso de tratamientos emergentes como las terapias celulares y génicas. La estampida bursátil fue inminente: fabricantes de vacunas como Novavax y Moderna cayeron entre el 7% y el 10%. Y otras compañías desarrolladoras de terapias génicas, como Taysha Gene Therapies, Solid Biosciences y Sarepta Therapeutics, se desplomaron entre un 15% y un 23%.El golpe lo están acusando sobre todo las biotecnológicas estadounidenses de menor tamaño. Aunque los nombres de Novavax y Moderna se hicieron célebres por haber lanzado vacunas contra la covid-19 en plena pandemia, sus cotizaciones han envejecido mal una vez pasado lo peor del virus. Ambas han perdido más de un 90% de su valor desde su pico, y la llegada de Kennedy ha sido la puntilla. En lo que va de año acumulan fuertes pérdidas, superiores al 30%, y su capitalización es una sombra de lo que fue: Novavax está ya por debajo de los 1.000 millones de dólares, y Moderna ronda los 10.000 millones, lejos de los casi 200.000 millones que llegó a rozar en su momento cumbre, cuando el virus aún no había sido contenido.El comportamiento de las farmacéuticas norteamericanas desde la pandemia ha sido desigual. Si se mira el cuadro global, su dominio es patente, con 12 compañías entre las 20 mayores farmacéuticas cotizadas. Pero su evolución dista mucho de ser uniforme. Mientras Pfizer, otro protagonista de la vacunación contra la covid-19, pierde más de la mitad de su valor desde sus máximos de diciembre de 2021, y ha caído hasta la posición número 11 entre las mayores farmacéuticas del planeta, Ely Lilly, prácticamente desconocida hasta hace no tanto, ha irrumpido como una exhalación con sus medicamentos contra la obesidad.Su éxito en ese nicho la ha colocado como la primera farmacéutica del mundo por valor en Bolsa (la empresa número 12 si se tienen en cuenta todos los sectores, justo por delante de Walmart), con una capitalización de más de 700.000 millones de dólares. Pero su resistencia es más bien una excepción. La danesa Novo Nordisk, su gran competidora gracias al popular Ozempic, está sufriendo en sus carnes los decepcionantes resultados de los ensayos de CagriSema, su muy publicitado fármaco de próxima generación contra la obesidad, con caídas bursátiles que se aproximan al 30% en poco más de tres meses.La cuestión es que si antes los inversores en el sector se ceñían a criterios puramente mercantiles, ahora, el ruido político proveniente de la Casa Blanca en forma de aranceles y negacionismo científico se ha convertido en un factor imposible de ignorar, como señala un reciente informe del banco suizo UBS. “Que la valoración esté en su nivel más bajo en 15 años no está justificado. Tras la devaluación de las acciones antiobesidad, la falta de un repunte en el resto del sector, y las incertidumbres sobre las nuevas políticas de la administración estadounidense, las principales empresas mundiales cotizan a 0,92 sobre valor en libros (las europeas a 0,88 y las de EE UU en 0,98) frente a su promedio de 1,05 de 15 años”, apunta el texto.Otro documento, este de Goldman Sachs, señalaba en la víspera del denominado Día de la Liberación, en el que Trump publicó su larga lista de aranceles, cuáles serían las farmacéuticas más afectadas. Y destacaba a dos fabricantes de vacunas: la británica GSK y la francesa Sanofi. Sin embargo, desdramatizaba su impacto para el sector, que calificaba, en todo caso, de “manejable”.En todo caso, mientras el comercio mundial se enfrenta a un cambio de paradigma, las grandes corporaciones de la industria respiran algo más tranquilas desde el jueves, porque Trump dejó de momento a los productos farmacéuticos exentos de aranceles, un privilegio que solo concedió también al cobre, los semiconductores, los productos de madera, los minerales críticos y la energía, a la espera en algunos casos de sus propios aranceles sectoriales.En 2024, las acciones farmacéuticas tuvieron un rendimiento inferior al de sus respectivos mercados. Las europeas estuvieron un 6% por debajo del Stoxx600, y las estadounidenses avanzaron un 21% menos que el S&P 500.La llegada de Kennedy Jr., añade un elemento de incertidumbre a la evolución este año de las farmacéuticas estadounidenses. Y está provocando reacciones inusuales: los expertos de Cantor Fitzgerald, la firma de servicios financieros que dirigió el secretario de Comercio Howard Lutnick durante 40 años, hasta ser llamado por Trump, pidieron su salida el martes en una nota a clientes poco convencional, en la que criticaban que se haya entregado el liderazgo de la sanidad a un conocido antivacunas y seguidor de teorías de la conspiración. “Expulsar a uno de los líderes más confiables de la FDA para promover una agenda anticientífica es ir demasiado lejos para nosotros”, escribieron los analistas Josh Schimmer y Eric Schmidt.
La deriva antivacunas de la Administración Trump golpea a las farmacéuticas estadounidenses | Mercados Financieros
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