Libros, fotografías, discursos, pasquines, postales, carteles, croquis de batallas, esquemas de organigramas políticos, poemas, dibujos y viñetas, hasta una baraja de cartas o un cuaderno infantil para colorear, son vestigios de la trágica historia de frentismo, guerra, brutal represión y exilio que marcó la historia de España en el siglo XX, y de su encaje en un contexto europeo cargado de violencia. Así lo muestra la exposición Intolerancia, España en una Europa convulsa 1914-1945, que permanecerá abierta en la Residencia de Estudiantes de Madrid hasta el 12 de abril, y que recorre el ascenso de los totalitarismos en Europa y su violenta propagación desde el arranque de la Primera Guerra Mundial en 1914 hasta el final de la Segunda en 1945, tomando como foco España. La democracia parecía haber salido victoriosa de la brutal guerra que asoló Europa entre 1914 y 1919, sin embargo, en las décadas siguientes se propagó un “vehemente repudio del sistema democrático y de las ideas de libertad sobre las que se sustenta”, como apuntó John Ramsay Muir en 1930. El historiador Miguel Martorell, comisario de la muestra, toma las palabras del político y pensador británico como punto de partida en este recorrido por una selección del fondo documental de la colección José María Castañé —cerca de 5.000 piezas donadas a la Residencia de Estudiantes, tras llevar a la Universidad de Harvard una parte importante de su colección—. El archivo del centro madrileño también aporta materiales a la exposición, que incluye una sección sobre la liquidación de la Institución Libre de Enseñanza, la depuración de maestros, y el exilio al que se vieron abocados muchos de ellos. “Hemos querido mostrar a qué grados de barbarie llegó la intolerancia en un pasado no tan remoto”, subrayaba el pasado viernes Martorell, autor también de la cuidada publicación que acompaña la muestra. Imagen del reportaje fotográfico llevado a cabo por la Sección Española del Partido Nacional Socialista con motivo de la visita de Heinrich Himmler a España entre el 19 y el 24 de octubre de 1940, para preparar la Conferencia de Hendaya entre Francisco Franco y Adolf Hitler que tendría lugar el 23 de octubre de 1940. Fotografía tomada en Santander, 19 de octubre de 1940.La Gran Guerra ocupa la primera sección, en la que se da cuenta de la quiebra total de valores que supuso la destrucción a gran escala, y también de la Revolución de Octubre. En Rusia se planteó un modelo alternativo, con la expansión de partidos comunistas por todo el continente. “Ante la incertidumbre muchos optan por el rechazo radical”, apuntaba Martorell. Los trabajos de tres pintores y dibujantes plasman el clima prebélico y el estallido de la Guerra Civil en España. Se trata de los dibujos de 1936 en Madrid (entre otros el del entierro de Calvo Sotelo el 14 de julio) por el franco argentino Chas Laborde (1886-1941), que se muestran junto a los coloristas trazos de la guerra en Barcelona del dibujante anarquista José Luis Rey Vila (1900-1983), quien firmaba sus trabajos como Sim, y los dibujos bélicos, de trazo claro y bien definido, de Carlos Sáenz de Tejada (1897-1955) que exaltan a los combatientes del bando franquista. La cita del pintor José Moreno Villa, reproducida en una de las paredes de la sala, retrata aquella desesperada lucha: “Pocos gobiernos del mundo creo que habrán tenido sobre sí al mismo tiempo una revolución, una guerra y una invasión extranjera. Pocos como este de la España, llamada arteramente roja por los enemigos, merece la asistencia total y efusiva de los españoles”. Martorell enfatizaba que el Estado perdió en gran medida el monopolio de la violencia en 1936 y 1937, y se vio debilitado por la revolución en la retaguardia del bando republicano. Baraja del juego infantil de naipes ‘España y sus banderas’ (Vitoria, Fournier, s. a.), ilustrado con símbolos patrióticos y las banderas de los aliados de la España franquista (la Italia fascista, la Alemania nazi y Portugal), junto con el emblema del Cuerpo del Ejército de Marruecos en la guerra civil.El determinante apoyo a las tropas franquistas de la Alemania nazi y el fascismo italiano y la implacable guerra de propaganda queda perfectamente plasmado en objetos tan variados como una baraja llamada España y sus banderas o unas láminas infantiles para colorear. “La dimensión internacional de la guerra en España es clave”, subrayaba el comisario. Así, la presencia de soldados italianos en la guerra de España, cerca de 80.000, aparece en las revistas y periódicos reunidos en Intolerancia. También figura la conexión de la Sección Femenina franquista con las Fasci Femminili y la Bund Deutscher Mädel, los álbumes de fotos del Partido Nacional Socialista en los que se documenta con detalle el paso de Himmler por España, y la División Azul que llevó a los soldados españoles al frente de la Segunda Guerra Mundial. “Entre 1936 y 1943 la Alemania nacionalsocialista tuvo una notable presencia en España”, explica Martorell. Las imágenes y documentos sobre el campo de concentración Argelès-sur-Mer, donde acabaron detenidos los españoles republicanos que huían por la frontera con Francia, abren las dos últimas secciones de la muestra en las que se aborda la brutal represión del régimen y la persecución del bando republicano. “La orden franquista era extirpar al enemigo para crear una sociedad homogénea”, subrayaba Martorell. “El anticomunismo salvaje va unido a un nacionalismo integral. El que no encaje debe ser extirpado”. Los documentos sobre ejecuciones y causas abiertas por el gobierno franquista dan cuenta de la amplia y profunda represión. Por ejemplo, la muestra expone unos folios con el membrete del gobierno vasco reutilizados para elaborar las fichas políticas de ciudadanos en Bilbao, que deben acreditar en qué bando han estado. “Todo el mundo era sospechoso”, añadía Martorell. Pero Intolerancia recoge también la resistencia que desde dentro de España impulsaron estudiantes universitarios ya en los años cuarenta. La Federación Universitaria Escolar (FUE) de la que formaron parte Nicolás Sánchez Albornoz, Manuel Lamana, Carmelo Soria Espinosa, Albina Pérez y Álvaro Llopis desafió al régimen con la publicación del poemario Pueblo Cautivo, con 10 poemas de Eugenio de Nora, uno de Pablo Neruda y los dibujos de Álvaro Delgado de Ramos, aunque el libro aparecía firmado por “Poeta sin nombre”. Impreso en París, aunque figuraba como hecho en España, tuvo una tirada de unos 200 ejemplares que circularon de mano en mano. Los dibujos originales y uno de los ejemplares cierran Intolerancia, junto al discurso que pronunció Fernando de los Ríos en México en 1945 ante las Cortes Republicanas: “…no hubo más que una esperanza para Europa: la posibilidad de haber comprendido la verdad del drama español, las dimensiones históricas del drama español y haber impedido que se consumase en España lo que luego se ha ido consumando lentamente en tantos y tantos pueblos”.
‘Intolerancia’ recorre el rastro documental de la polarización española en el siglo XX | Cultura
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