Son las siete de la tarde de un martes de finales de noviembre. Sí, charlamos hace varias semanas, pero Blanca Soroa está de visita en Madrid, acompañada de su madre, como parte de la promoción de la película Los domingos y hay que aprovechar la oportunidad de entrevistarla. Sus estudios de segundo de Bachillerato en un instituto francés en Getxo (Vizcaya), donde reside, son su prioridad absoluta en este momento y en unas horas saldrá de madrugada hacia allí para llegar a clase a las ocho de la mañana. Nos vemos en el recién renovado hotel Palace, abarrotado de público precelebrando ruidosamente las Navidades y, aunque Blanca aún no ha comido, es tan educada y responsable que ni toca los frutos secos que le sirven para acompañar el agua que pide como bebida. Cordial y correcta, no es exactamente reservada, pero sí extremadamente prudente. Su rostro al natural, eso sí, es tan magnético o más que el del cartel de Los domingos, la película donde interpreta a una adolescente que quiere ser monja de clausura y que, confiesa, le ha cambiado la vida. Iba a estudiar Medicina, pero… Más informaciónSegundo de Bachillerato es un curso exigente. ¿Le cuesta compaginarlo con la promoción de la película? Bueno, el fastidio es tener que ir y volver a casa de un día para otro y estar a las ocho en clase. Luego tengo resaca durante toda una semana. Te da mucho subidón cuando estás yendo a estrenos, o haciendo entrevistas, y luego llegas al colegio y tienes que trabajar el doble, pero, aun así, lo estoy disfrutando mucho. ¿Cómo llevan sus compañeros de clase su popularidad? La verdad es que muy bien. Los domingos es una película que genera mucho debate y mucha conversación, entonces, hay veces que incluso hablamos de ella con los profesores en la pausa entre clase y clase. Cuando se estrenó, fui con mis amigas todas juntas a verla, y nos encantó a todas. ¿Y cómo lleva usted su propia popularidad? Me gusta que me reconozcan, que se paren a hablar conmigo. Supongo que porque es algo muy nuevo para mí. Cuando bajo en autobús a Bilbao, salgo con más tiempo del necesario porque siempre hay alguien que se para a charlar. La gente es muy amable y me cuentan sus experiencias personales. A veces creo que no han visto la misma película porque tienen visiones superdiferentes. Unos me dicen que son como la tía, que se opone a que Ainara sea monja, y otros como el padre, que la deja ser. La escogieron en un casting en su colegio. ¿Por qué cree que la eligieron a usted? Soy de la opinión de que todo pasa por algo. Ni aunque te quites de en medio, si algo se tiene que cruzar en tu camino, va a acabar cruzándose. Si hubiese dicho que no a esta película, se me hubiera vuelto a cruzar de otra manera. Siempre me ha gustado muchísimo el escenario, cantar, bailar, generar emociones en los demás, pero nunca había sabido cómo dedicarme a ello. Canto en un coro y lo hacía como hobby después de clase, pero esta es una oportunidad que me ha dado la vida y la voy a aprovechar. ¿Se gusta a sí misma en la película? La verdad es que sí. La primera vez que me vi me resultaba muy raro. La gente que me conoce veía gestos míos, y a mí me costaba reconocerme, pero, sí, la he vuelto a ver varias veces y la verdad es que me veo bien. Me creo a mí misma [ríe]. ¿Qué cree que ha aportado de usted al personaje de Ainara? Para empezar, todas mis ganas y todo mi esfuerzo y toda mi atención para intentar comprender a esa chica. He intentado entender qué sienten esas chicas con esa vocación religiosa. Hablé con alguna monja, he visto muchos testimonios en Internet y hablé mucho con Alauda [Ruiz de Azúa]la directora, que se ha documentado muchísimo. Y luego ella es la que ha hecho la magia que se ve en pantalla. Imagen de ‘Los domingos’, de Alauda Ruiz de Azúa.David HerranzSí, pero es su cara, sus ojos, su emoción. ¿Cómo afrontó la escena en la que Ainara siente la llamada de Dios? Yo soy una chica que me emociono mucho. No hay película con la que no llore en el cine. Me emocionan mucho las reconciliaciones, sentirme querida, estar a gusto en casa, con los míos. Entonces, esa escena la imaginé como que me estaba llamando un amor puro y total. Y me salían las lágrimas solas. No necesitaba pensar en otra cosa para llorar. ¿Se ha enamorado alguna vez? Prefiero no contestar, es algo muy personal. ¿Es creyente? No me parece importante que yo lo sea, o no, porque se trataba de interpretar a Ainara, que sí lo es y tiene vocación. Pero sí. Vengo de una familia creyente, he hecho la comunión y todo eso. Creo en cosas. No soy atea, aunque tengo 17 años y estoy todavía en busca de sentido de mi propia espiritualidad. Blanca Soroa posa en medio de la iluminación navideña del centro de Madrid.Bernardo Pérez¿Cómo se divierte? Pues me lo paso muy bien de muchas maneras. Me gusta salir con mis amigas, pero puntualmente. No me gusta nada el alcohol: ni el sabor ni lo que provoca, no lo necesito para nada. Como mejor me lo paso es en mi cuarto, leyendo. Me encanta leer. Y ver series. Me sé de memoria capítulos de Paquita Salas, y luego utilizamos frases enteras suyas con mis amigas. Lo pasamos genial. ¿A los 17 se considera una niña, una adolescente, una mujer? Creo que hay más días que me considero una adolescente, y mujer también, depende del contexto. Soy una chica muy sensible y voy mucho a días. Hay pocas actrices de su edad, pero ¿cuáles le gustan? Pues la verdad es que ahora me fijo mucho más en ellas, en cómo se desenvuelven, en cómo hablan, en cómo responden a las entrevistas. Sobre todo, las que han llegado a sitios donde yo quiero estar algún día. ¿Y dónde quiere estar ese día? Pues con 30 años, habiendo hecho muchas películas, o series, que me hayan supuesto retos muy difíciles y cosas muy distintas entre ellas. No sé si lo conseguiré, porque este es un trabajo que no depende solo de ti, en el que sin talento, sin trabajo y sin constancia no vas a conseguir mucho. Pero también soy muy consciente de que, aunque tengas talento y trabajes mucho, puede que no lo consigas. Soy realista, pero no pesimista. Sé que puede pasar cualquier cosa, pero, íntimamente, sé que lo puedo conseguir. Miguel Garcés (el padre, de pie), Blanca Soroa (la protagonista) y Patricia López Arnaiz (la tía), en ‘Los domingos’, de Alauda Ruiz de Azúa.¿Qué le pide a 2026? Estoy emocionadísima por el futuro. El 2026 va a ser mi año: cumplo 18 en septiembre y voy a empezar a volar sola. Tengo la necesidad de cerrar la etapa del colegio, de crear mi espacio, mi habitación, mi lugar en el mundo. Me voy a ir a vivir a Madrid. Andaba dándole vueltas desde el verano y mis padres me han hecho el mejor regalo de Reyes adelantado. Me han propuesto cogerme un año para pensar y probar cosas nuevas. Voy a empezar a estudiar Psicología on line, para entender la mente de los personajes y, si no me va bien, siempre puedo usarla como futuro laboral. O recobrar la idea de estudiar Medicina. Tengo mucho tiempo por delante. No quería renunciar a mi sueño y de mayor llorar por no haberlo intentado. O sea que Los domingos la ha removido por dentro. Totalmente, me ha hecho estar más segura de mí misma, crecerme, creérmelo. Yo canto en un coro, he viajado antes por el mundo cantando, pero esta es la primera vez que hago algo artístico a nivel individual, y el ver que soy capaz de hacer algo así yo sola me emociona muchísimo. Antes de la película yo era superinsegura. Me sentía la más horrible en las fotos. Y como para la promoción tuve que hacer muchas, pues dije: a partir de ahora, voy a ser la diva de las fotos. Me voy a creer que soy una diva, que estoy interpretando a una actriz de Hollywood. Y es lo que trato de hacer. Volar, pero con los pies en el suelo. Algo le habrá pedido a los Reyes. Venga, aproveche, que están al llegar. Muchos libros. Y un despertador de esos con luz de amanecer y sonido de pajaritos, para despertarme tranquila y afrontar el día y lo que venga. EL ROSTRO DE AINARABlanca Soroa (A Coruña, 17 años) es y será ya para siempre el angelical rostro de los carteles de Los domingos, la multipremiada película de Alauda Ruiz de Azúa en la que interpreta a Ainara, una adolescente, casi niña, que se planta un día en casa y suelta una bomba: quiere ser monja de clausura. La onda expansiva que provoca tamaña explosión es el tema central de esta película que supone el deslumbrante debúen el cine de esta todavía adolescente con una acusado talante artístico que la llevó a estudiar canto y piano desde niña. De familia acomodada, Soroa ha decidido, con su apoyo moral y económico, tomarse un año de prueba y explorar sus posibilidades en la escena. Las próximas nominaciones a los Goya podrían ser su espaldarazo definitivo.

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