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El desplome del dólar refleja las dudas sobre su papel como referencia mundial | Mercados Financieros

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El terremoto financiero invocado por Donald Trump hace más de una semana sigue generando réplicas, por más que la retirada de los aranceles recíprocos (la parte más agresiva del plan comercial de la Casa Blanca) haya frenado, por el momento, la sangría de la Bolsa. Pero las turbulencias han dejado una víctima insospechada: el dólar. La divisa estadounidense bajó el jueves un 2,3% contra el euro y se deja esta mañana un 1,3% adicional, sumando una caída del 3,6% en dos jornadas. Con datos de la agencia Bloomberg, desde que existe la moneda europea solo tras la quiebra Lehman Brothers (2008) se registraron movimientos de tal calado. Hoy, por primera vez desde febrero de 2022, el euro se paga a más de 1,14 dólares.Un movimiento de esta magnitud no responde a una única razón, sino más bien a una combinación de factores. Las barreras comerciales que permanecen – tasa universal del 10%, al automóvil, motor y aluminio además del gravamen del 145% para China- debilitarán la economía estadounidense, y una posible recesión está en las quinielas de la práctica totalidad de los economistas. Este escenario debilita la moneda porque anticipa posibles rebajas de tipos de interés. Pero los aranceles también son inflacionistas (lo que complica bajar los tipos), de modo que tampoco se ha producido un gran cambio en las perspectivas para el precio del dinero; el escenario base de los mercados de futuros es de entre tres y cuatro rebajas en el año.Más allá del impacto evidente de los aranceles sobre crecimiento e inflación, hay elementos de fondo que van más allá. Como ha asegurado el ex secretario del Tesoro de Bill Clinton, Larry Summers, “estamos siendo tratados por los mercados financieros como un país emergente problemático”. “Esto podría desencadenar todo tipo de espirales viciosas, dado el nivel de deuda pública, el déficit y la dependencia de los compradores extranjeros”. El movimiento del dólar no se puede separar de la tormenta en el mercado de deuda pública registrado esta semana, que a la postre forzó la marcha atrás de Trump.Si el dólar es la divisa de referencia global, el bono del Tesoro de EE UU es la referencia como activo libre de riesgo en el mundo. Sirve para tener las inversiones a bien recaudo, pero también como referencia para otros activos públicos o privados (como es el bono alemán en la zona euro) y como garantía sólida en operaciones de financiación al por mayor. Y si la rentabilidad del bono estadounidense se desboca, se abrirían las puertas del infierno (financero). Como sucedió en los países de la periferia del euro en 2012 cuando se disparó la prima de riesgo, mientras se encarecerían sin remedio los préstamos a empresas y particulares, disparando la morosidad y los impagos. “El treasury debe funcionar. Es la base del sistema financiero mundial. Si existe alguna amenaza de que esto se ponga en peligro, la Reserva Federal se verá obligada a actuar para garantizar que siga funcionando”, indican desde el equipo de renta fija de la gestora británica Schoders. Los flujos de capitales de estos días indican, por el contrario, que algo se está agrietando si en los momentos de mayor riesgo los inversores, no se resguardan en los bonos de EE UU, sino que les dan la espalda, como refleja la alarmante subida de su rendimiento. El interés de los bonos a 10 y 30 años está a niveles sensiblemente más altos que con anterioridad al Día de Liberación de Trump, y han llegado a tensionarse más de 50 puntos básicos en los últimos días.“Los bonos del Tesoro no se están comportando como un refugio seguro. Si entráramos en una recesión, los rendimientos podrían volver a bajar. Pero el momento actual ya está pintando a los bonos del Tesoro como un producto contaminado. Los bonos del Tesoro han demostrado que también son un negocio doloroso”, asegura el estratega de tipos de ING Padhraic Garvey, en declaraciones recogidas por Bloomberg. Dólar y bonos estadounidenses van de la mano y si los inversores temen una recesión económica en EE UU y además empiezan a cuestionar su papel como indiscutible activo refugio, su destino es seguir depreciándose. Goldman Sachs, el gigante estadounidense de la banca de inversión, es tajante en su previsión de un dólar más débil. Su previsión es que se va a continuar depreciando en los próximos meses al entorno de las 1,20 unidades por euro y de las 1,39 unidades por libra esterlina. Y argumenta esta previsión en la combinación de varios factores: “una guerra comercial innecesaria y otras políticas que aumentan la incertidumbre y están erosionando gravemente la confianza de los consumidores y las empresas; las tendencias negativas en la gobernanza y las instituciones estadounidenses, que están erosionando el atractivo de los activos estadounidenses para los inversores extranjeros. Y en tercer lugar, los cálculos rudimentarios y las constantes idas y venidas que dificultan a los inversores la valoración de resultados distintos de una elevada incertidumbre”.Trump ha abierto con sus medidas la caja de Pandora y ahora sobrevuelva en el mercado financiero la desconfianza hacia los activos estadounidenses. Las dudas sobre el estatus global son delicadas para una economía que este año sufrirá un déficit público superior al 6% y cuya deuda ronda el 120% del PIB. Los costes por intereses son una parte cada vez más importante del gasto total, representando el 3,1% del PIB, el porcentaje más alto desde al menos 1965. ¿Quiere Trump un dólar débil?Sí, pero probablemente no así. La Casa Blanca ha declarado abiertamente su deseo de un dólar débil, incluso presionando con descaro a la Reserva Federal para que recorte los tipos. El acuerdo Mar-a-Lago es el nombre con el que se conoce el supuesto proyecto económico de Trump, bautizado con el nombre de su residencia en Palm Beach (Florida), por analogía con los acuerdos del Hotel Plaza (Nueva York) de 1985, que supusieron una devaluación del dólar. La debilidad de la divisa es, de hecho, uno de los componentes del plan de reindustrialización del país con el que Trump justifica el muro arancelario… Pero la administración también ha expresado su preferencia por una bajada del coste de financiación, algo que está lejos de ocurrir. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, uno de los hombres de confianza de Trump en materia económica y ahora pieza clave en las negociaciones comerciales, quitó hierro esta semana a las ventas de bonos estadounidenses. “Creo que no hay nada sistémico en todo esto, creo que se trata de un desapalancamiento incómodo, pero normal”, aseguró Bessent. El mercado se está encargando de recordarle a Trump que no puede poner en peligro el crecimiento de una economía y que la contrapartida del déficit comercial son los flujos de capitales positivos.Así lo advierte hoy en una carta a sus clientes Édouard Carmignac, presidente y director de inversiones de la reconocida firma francesa que lleva su apellido. “Las compras de bonos del Tesoro y renta variable han permitido a Estados Unidos vivir por encima de sus posibilidades en los últimos años, con un creciente déficit comercial financiado a menor coste. Emprender una guerra arancelaria sin duda reducirá el déficit comercial estadounidense, pero a costa de un encarecimiento sustancial de los precios para los consumidores y de un mayor déficit público provocado por un crecimiento más débil”, asegura. China es uno de estos financiadores: es el segundo mayor inversor extranjero de deuda en EE UU, solo por detrás de Japón, con bonos por alrededor de 760.000 millones de dólares y en el mercado se especula con posibles ventas de bonos como represalia por los aranceles. “EE UU tiene un importante déficit fiscal y por cuenta corriente y depende del ahorro exterior para financiar (al menos parcialmente) su déficit público, ya que su ahorro interno por sí solo es insuficiente. Aunque no hemos visto señales claras de que los países vayan a reducir sus tenencias de bonos del Tesoro estadounidense como consecuencia de la intensificación de la guerra comercial, la mera posibilidad de esta dinámica es suficiente para provocar nerviosismo ante una posible huelga de compradores”, advierten desde Schroders.Desde Pimco, la mayor gestora de renta fija del mundo, su directora de Políticas Públicas de EE UU, Libby Cantrill recuerda que solo Trump tiene la respuesta al caos económico y financiero del momento. “Es probable que haya un límite en cuanto al dolor que él y su Administración están dispuestos a soportar para reequilibrar la economía, pero aún está por ver cuándo será eso o cómo será. Por ahora, debemos asumir que su tolerancia al dolor es bastante alta”, reconoce. Y el mensaje del veterano gestor Édouard Carmignac en el momento actual es de prudencia, “sobre todo porque parece ineludible la debilidad del dólar”.


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