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“Nadie quería aquella parcela”: la casa imposible de 500 metros cuadrados que sobrevuela un bosque de pinos | ICON Design

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El terreno era de todo menos sencillo. Ubicado entre campos de golf en la exclusiva urbanización de Sotogrande (Cádiz), tenía orientación norte, un bosque con 133 pinos y una pendiente de hasta el 26%. No era precisamente un caramelo, pero al arquitecto cántabro Ignacio Merino le gustan los retos y aceptó. Pasó varios días en la zona, se sentó a dibujar, analizó el entorno y propuso un diseño que su cliente no esperaba: una casa que volase por encima de los árboles. La idea convenció. Y empezó entonces una aventura que volvió locos a los técnicos municipales, supuso un desafío de ingeniería y sufrió lo peor de la pandemia. Superados los obstáculos, ahora Villa Las Nubes ha obtenido uno de los reconocimientos de los Wan Awards, premios internacionales que también han galardonado a nombres como Zaha Hadid, Norman Foster o Tadao Ando. Es el enésimo laurel para una propiedad de lujo que cambió el rumbo del estudio malagueño Flow81, dirigido por el arquitecto junto a su hermano Gonzalo Merino y sus socios Lourdes y José Miguel Arregui. Y que desde entonces se ha metido de lleno en el mercado inmobiliario más lujoso.Vidrio, madera de roble y mucha luz para el interior de Villa Las Nubes.FERNADO ALDA FERNANDO ALDAMerino acabó sus estudios –en Segovia– en 2014 y mientras pensaba qué hacer con su vida daba clases de esquí en Sierra Nevada y de surf en su Santander natal. También empezaba sus primeros pasos profesionales, varias reformas en el barrio de Pedregalejo, en Málaga, donde se mudó por amor. Se lanzó también con algunas parcelas arriesgadas en la ciudad y, más tarde, dio el salto a Marbella. Ya con sus socios ganó un concurso en La Zagaleta y, aunque no se llegó a ejecutar, un promotor se fijó en su trabajo y los llevó hasta Sotogrande. Allí Merino aceptó el envite. “Nadie quería aquella parcela porque tenía demasiados condicionantes”, recuerda sentado en una amplia y luminosa oficina. Explica que la solución más práctica en casos similares es levantar varios muros de contención a lo largo de la pendiente y construir la casa en la parte alta, pero en esta ocasión la cimentación necesaria para conseguirlo subía tanto el precio que era inviable. Además, quería respetar el bosquecillo de pinos y adaptarse a las condiciones del espacio. “Confío mucho en la arquitectura vernácula: desde defender el sitio a mantener la naturaleza, estudiar las rocas, adaptarse al entorno, pensar en la orientación o analizar los vientos dominantes”, expone quien se siente influenciado por la arquitectura de grandes nombres como Frank Lloyd Wright, Richard Neutra o Mies van der Rohe.De los 133 pinos que hay en la finca, solo hubo que cortar ocho durante las obras.FERNADO ALDA FERNANDO ALDADecidió poner todos los cimientos a un lado y que el resto de la vivienda sobrevolase por encima de la arboleda. Tomó como referencia uno de los pinos –le cogieron tanto cariño que le llamaron Esteban– y alrededor de él construyeron la villa, que se abre en forma de abanico buscando el sur. Durante las obras solo cortaron ocho de los 133 ejemplares con el objetivo de clarear y dar más fuerza al resto. Muchos de ellos, además, quedaron integrados desde los bocetos iniciales entre los muros del inmueble o directamente atraviesan el suelo de bambú de la terraza, que se levanta a once metros sobre el suelo. El voladizo es precisamente uno de los elementos más llamativos del proyecto: está construido con una estructura mixta de hierro que integra la arquitectura industrial en la naturaleza. Tanto, que con el paso del tiempo el metal se ha ido oxidando y tomando el color terroso de su alrededor para que se mimetice. El resto de la casa está sostenida gracias a otra estructura mixta –esta vez de hormigón con una bovedilla polipropileno para aligerar peso– que junto al hierro permite dar los vuelos necesarios.La fachada cuenta con volúmenes que se integran en el bosque de pinos.FERNADO ALDA FERNANDO ALDAVilla Las Nubes cuenta con cuatro habitaciones, cocina y sala de estar, además de una vivienda auxiliar para invitados. Son 500 metros cuadrados incluyendo la terraza, tan alta que consigue vistas al mar. En el interior hay suelo porcelánico que da continuidad a las diferentes estancias, salvo un tramo de roble y otro de bambú, además de una escalera de chapa metálica plegada. Apenas hay puertas (“me gusta que des una voz y los niños te escuchen estén donde estén”) salvo las de los dormitorios, diseñados en suite. Las salas de día cuentan con paredes de hormigón visto y grandes ventanales de vidrio. Estas, en su mayoría, se abren: ejercen de correderas y consiguen una ventilación cruzada que mejora la climatización. En la planta baja, donde existe un pequeño estanque con cascada, logran que se pierda la noción entre dentro y fuera. “Me gusta romper esa frontera, que no sepas exactamente dónde estás”, señala el arquitecto. La fachada –sencilla desde la calle de acceso– cuenta con un tramo de madera de pino termotratada que soporta las inclemencias del clima y unos salientes con terminado rústico. También hay una piscina de 40 metros cuadrados.Los trabajos de construcción arrancaron en marzo de 2020 y acabaron a principios de 2022, con un parón de seis meses debido a la crisis sanitaria. Desde entonces la casa –vendida recientemente– no para de recibir premios. Los primeros llegaron en 2022 desde el Colegio Oficial de Arquitectos de Málaga y de la Junta de Andalucía. Los internacionales empezaron en 2024: al International Architecture Award le siguieron el Architecture Masterprize y el recibido en los New York Architectural Design Awards 2024. Este año han conseguido los galardones de los German Design Awards y WAN Awards, donde Flow81 comparte cartel con Zaha Hadid, Tado Ando o Norman Foster. Merino se ríe cuando lo cuenta porque él mismo pudo ir allí como aprendiz cuando acabó sus estudios, pero declinó la beca. “Lo que yo quería era empezar a trabajar, tomar mi propio camino, no hacer maquetas”, recuerda. Y no se arrepiente de la decisión. “Los arquitectos españoles jóvenes tenemos poca autoestima en general. Y lo bueno que tienen los premios es que te dan visibilidad y te dan fuerza para defender tu diseño frente al cliente. Le puedes decir: ¿quieres una casa premiada? Pues hazme caso”, relata Merino. “Los premios te dan libertad”, insiste.Los árboles del terreno forman parte de la propia vivienda.FERNANDO ALDALa gloria de Villa Las Nubes cambió el rumbo del estudio, que ha crecido hasta contar con 13 personas. Tienen 25 proyectos en marcha, la mayoría residencias en las zonas más exclusivas de la Costa del Sol. Una de las más destacadas se llama Casa Flotante, está en Marbella. Otra, en la zona de El Madroñal (Benahavís), se llama Villa Alcornoque y se inspira en los alcornocal del entorno para desplegarse en forma de ramas. Y una muy cerca de la sede de Flow81, en la urbanización malagueña Cerrado de Calderón, se adapta a una roca en dos plantas que se unen por el exterior mediante un pasillo con vistas sobre la bahía y por el interior por una amplia sala ubicada bajo la piscina.Todas tienen en común la adaptación al terreno, el aire industrial, el hormigón visto y el uso de hierro y madera. “Tenemos nuestro estilo, creo que es importante”, subraya. Reconoce que anda algo cansado de diseñar viviendas unifamiliares. Por eso muestra, en una gran pantalla de televisión y con mucha ilusión, los avances de las obras del proyecto de la sede de la universidad privada Utamed en Málaga, en el Parque Tecnológico de Andalucía. Fue un encargo y él ha respondido transformando un edificio entero para darle una piel con curvas y un gran espacio interior. También apunta divertido que le han pedido construir unas oficinas en Argel y que fantasea con un proyecto singular: “Sueño con diseñar un tanatorio o un cementerio porque es donde más puede ayudar tu arquitectura”.“Yo empecé a hacer casas de ricos porque no tenía otra salida, pero a mí lo que me gusta es diseñar”, añade quien tiene clara su aspiración profesional. “Mi objetivo es ganar el Premio Pritzker”, sentencia.La terrazada de Villa Las Nubes se eleva a 11 metros sobre las copas de los pinos para conseguir, de paso, vistas al mar.FERNADO ALDA FERNANDO ALDA


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