Faltaban todavía meses para que Donald Trump tomara posesión como presidente de Estados Unidos y ya había una pregunta que planeaba dentro del horizonte republicano: ¿qué tanto deberían invadir México? La pregunta dividía a la Administración trumpista entre los que apostaban por “una solución militar” contra los carteles del narcotráfico y aquellos que buscaban una postura más prudente que no hiciera saltar por los aires la relación bilateral. El Ejecutivo de Claudia Sheinbaum, que siempre se ha tomado en serio la amenaza velada, lleva desde entonces recordando a su vecino que no va a permitir una intromisión en su soberanía. Esta semana, en la caja de sorpresas que se ha vuelto la relación con Trump, el tema ha vuelto a primera línea después de que el republicano afirmara que la presidenta mexicana “es una mujer encantadora” pero que le tiene “tanto miedo a los cárteles que ni siquiera puede pensar con claridad”. En el mismo fin de semana, Donald Trump es capaz de asegurar que no necesitaría usar la fuerza militar para convertir a Canadá en “el 51º Estado” de EE UU —un par de días antes de la visita del nuevo primer ministro, Mark Carney—, que “algo podría pasar con Groenlandia” porque lo necesitan “para la seguridad nacional e internacional”, y que México se equivoca al rechazar la ayuda militar estadounidense para acabar con los grupos del narcotráfico. Todo esto “es parte del mismo rompecabezas”, apunta el investigador de la Universidad Iberoamericana Abelardo Rodríguez: la obsesión de Trump, acorralado por el auge de China, de regresar a una vieja idea de Estados Unidos con una “visión imperial, de extensión territorial y militar”.Ante esas provocaciones, la presidenta mexicana ya ha conjugado todas las posibles variaciones de “cooperación sí, sumisión no”. Sheinbaum repite como talismán el concepto de “soberanía”, tanto a diario en sus conferencias de prensa como en sus llamadas con Trump. El pasado 16 de abril, los dos líderes tuvieron una de sus últimas conversaciones telefónicas. Los dos la celebraron por igual en la red social X: “Una llamada muy productiva”. The Wall Street Journal ha desvelado ahora que uno de los temas que tocaron los presidentes fue la propuesta estadounidense de que el Ejército entrara en México para “ayudar a luchar” contra el narcotráfico. Donald Trump en Maryland, el 4 de mayo de 2025.
Associated Press/LaPresse (APN)“¿Y saben qué le dije? ‘No, presidente Trump“, explicó Sheinbaum el sábado: “El territorio es inviolable, la soberanía es inviolable, la soberanía no se vende; la soberanía se ama y se defiende. No hace falta; se puede colaborar, podemos trabajar juntos, pero ustedes en su territorio, nosotros en el nuestro. Podemos compartir información, pero nunca vamos a aceptar la presencia del ejército de Estados Unidos en nuestro territorio”. La postura prudente de la mandataria se ha mantenido también este lunes, a pesar de que Trump ha afirmado que ella no puede avanzar ni pensar con claridad: “Cada quien tiene su manera de comunicar, pero no quisiera que se volviera esto un debate, a través de los medios de comunicación, con el gobierno de los Estados Unidos. Sigue habiendo una buena comunicación”, ha zanjado Sheinbaum: “¿Y para qué generar un desencuentro?“.Drones o secuestrosTrump y sus alfiles no han escondido nunca la posibilidad de una intervención militar. El propio presidente, tras firmar en su primera oleada de decretos la designación de seis carteles mexicanos como organizaciones terroristas, dijo: “Podría pasar, cosas más extrañas han pasado”. Su secretario de Estado, Marco Rubio, reconoció que era “una opción” aunque era mejor buscar la coordinación con las autoridades mexicanas. El líder del Pentágono, Pete Hegseth, señaló que la acción militar “es lo que puede hacer falta, eventualmente”, pero “con inteligencia” y “ataques de precisión”. El zar de la frontera Tom Homan apuntó que el país estaba dispuesto a usar “toda la fuerza de las operaciones especiales de Estados Unidos para eliminar a los carteles”. Las propuestas —que han filtrado medios como Rolling Stone o The New York Times— de los cuadros trumpistas van desde el envío de asesores militares a México, guerra cibernética contra los capos de la droga y sus redes, hasta ataques con drones a laboratorios de drogas o el despliegue de equipos de asalto, secuestro y exterminio en suelo mexicano. “Hay una estrategia continuada desde hace un año de provocar un debate sobre la posibilidad de la presencia de fuerzas de Estados Unidos en México”, apunta el analista en seguridad Carlos Pérez Ricart, “es un botón que se presiona cada tres o cuatro semanas, porque es una cuestión interna, pensada para el público de Trump, pero que desentona con lo que están diciendo las agencias de seguridad, como la DEA o la CIA, de que México está cumpliendo con las demandas”. En los últimos meses, en plena presión por la guerra arancelaria, Sheinbaum ha enviado 10.000 agentes a la frontera con EE UU, ha entregado a 29 capos del narcotráfico —entre ellos a Rafael Caro Quintero— y ha decomisado cargas históricas de fentanilo. La presidenta sigue entregando los deberes. Tom Homan en Washington, el 28 de abril de 2025.Evelyn Hockstein (REUTERS)“La invasión militar es en realidad una posibilidad lejana para los que de verdad toman las decisiones, como Marco Rubio”, considera Pérez Ricart, investigador del CIDE: “Es posible, sí es posible, pero no es probable. Sería una decisión problemática, que pondría a la presidenta en un dilema tremendo, pero que no favorece tampoco a los intereses de Estados Unidos”. En esa misma línea, el experto en Seguridad Abelardo Rodríguez apunta: “No resolvería absolutamente nada. Un camino de intervención militar sin una revisión de la estrategia interna de Estados Unidos solo provocaría mayor inestabilidad: si EE UU quiere hacer algo tiene que empezar por el consumo de drogas dentro de su territorio y por la venta ilegal y criminal de armas que favorece a los carteles”. El investigador de la Iberoamericana coincide en que es “una cuestión política”, pero cree que sí es un camino real que Trump ha tenido en mente desde su primer Gobierno y por el que puede apostar ahora que tiene el control del Congreso y de la Suprema Corte de Justicia. “Esto se tiene que leer en el marco de la ruptura de la cooperación pacífica, del respeto al derecho internacional y al orden multilateral”, apunta. Desde que tomó posesión, Trump ha salido de la Organización Mundial de la Salud y del acuerdo climático de París, ha iniciado una guerra comercial contra el resto del mundo y ha afirmado que va a devolver a EE UU a su “edad de oro”. “Por la historia sabemos que Estados Unidos sí puede cometer este tipo de intervenciones unilaterales”, apunta Pia Taracena, especialista en asuntos internacionales, “pero a México, desde los agravios de la guerra de 1848, lo ha respetado. Somos un país vecino incluso sin base militar”. Los tres expertos reconocen en EL PAÍS la última variable en juego, que siempre está sobre la mesa con Trump: la incertidumbre. “Estamos como en un estado de excepción. El margen de Sheinbaum es milimétrico, es muy complicado mover la aguja y es muy fácil cometer errores”, apunta Pérez Ricart: “Y esto va a ser así cuatro años más”. Tropas del Cuerpo de Marines en San Diego, Estados Unidos, el el 7 de febrero de 2025.Carlos Moreno (Getty Images)
Sheinbaum hace frente a la sombra de una intervención militar estadounidense
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