
Estaban presentes el rey de España, el presidente de Alemania o el primer ministro holandés. Se inauguraba, en El Cairo, el Gran Museo Egipcio, el relato expositivo más completo del mundo sobre la civilización que surgió a orillas del río Nilo. Después de dos décadas de obras, sobresaltos, retrasos y revoluciones, el esperadísimo proyecto se hacía realidad. Así que el ministro de Exteriores de Dinamarca, Lars Løkke Rasmussen, pensó que tan solemne ocasión merecía un regalo a la altura. Ni el protocolo pudo contener el entusiasmo de su homólogo local, Badr Abdel Aty, cuando lo recibió: su sonrisa, en una fotografía oficial, es la misma de millones de niños ―y cada vez más adultos― ante un nuevo Lego. En concreto, la Gran Pirámide de Guiza, recreación de la milenaria maravilla que se levanta cerca de la nueva pinacoteca. Se calcula que la construcción original precisó al menos 20 años. A saber cuándo tardará el político egipcio: debe encajar 1.476 piezas, uno de los mayores conjuntos del catálogo. Mientras, la empresa danesa ha colocado otro ladrillo sobre su fama. Siempre ha visitado muchos hogares, pero ahora la invitan a los salones más exclusivos. Hasta la Casa Blanca, en su decoración para esta Navidad, expone un retrato del presidente Trump hecho de Lego.Más informaciónHace apenas ocho años, la empresa danesa veía caer sus beneficios y despedía a parte de la plantilla. Hoy, se ha convertido en una de las firmas más sólidas y reconocidas del planeta. No solo en la infancia: un neologismo, Kidults, refleja la también inédita subida del consumo adulto. La compañía vende cajas para construir desde un camión de patatas fritas o una granja de gallinas hasta la Fontana de Trevi o La noche estrellada de Van Gogh, pasando por el Halcón Milenario o las máquinas que afronta Aloy en el videojuego Horizon. Marcas como Disney, Stranger Things o las Spice Girls la han autorizado a descomponer y volver a montar sus símbolos. Y los muñequitos amarillos ya lucen con éxito parecido en ropa, películas o juegos de mesa, como Brick like This! o Monkey Palace. Un estudio, recogido en 2019 por la agencia Bloomberg, concluyó que invertir en Lego se había demostrado entre 1987 y 2015 más rentable que en oro, arte o vino. La compañía, creada en 1932 por el carpintero Ole Kirk Kristiansen, mantiene el mismo lema de siempre: “Inspirar y desarrollar a los constructores del futuro”. Aunque ahí se encuentran también sus principales problemas: precios a veces imposibles incluso para constructores del presente. Y una producción de plástico que justamente amenaza ese futuro. “Su negocio siempre estuvo basado en la diversificación. El fundador empezó con todo tipo de juguetes, primero en madera. Pero terminó por primar la construcción de ladrillitos, y fue donde decidió centrar su energía”, reflexiona Sarah Herman, autora de libros como Building a Story: the Lego Group o A Million Little Bricks. Para escribirlos, investigó, preguntó y tuvo acceso a la sede principal, en Billund, localidad danesa de unos 7.000 habitantes donde la empresa nació y conserva su corazón. De ahí salió con una sorpresa: “Muchos creen que desde el principio estaban los ladrillos y las figuritas, pero no es cierto”. Se lo aclaró Jens Nygaard Knudsen, el mismísimo inventor de las miniaturas amarillas. El hombre, al parecer, regentaba una tienda, antes de fichar en 1968 por la compañía, que le encargó crear la “gente Lego”. La primera, desvelada en 1974, tenía mayor tamaño y más detalles que la actual. De ahí que los edificios para alojarlos también requirieran más espacio y piezas. Así surgió el llamado “extra”, una versión más pequeña y simple. Unos 50 prototipos la acercaron poco a poco al icono de hoy en día. “Contamos con cientos de diseñadores [más de 430 en Billund]inspiración humana, numerosas pruebas y estudios de producto, y una fabricación muy precisa”, resume el proceso creativo Pilar Vilella, directora de la marca para Francia e Iberia. Y Rok Zgalin Kobe, diseñador del apartado Lego Architecture, que reproduce edificios como la Torre Eiffel o el castillo de Himeji, explicaba en la web oficial el desarrollo de un proyecto sonado: el Coliseo, lanzado en 2020 con 9.036 piezas, la mayor cantidad de la historia de la compañía. “Uno de los momentos más estresantes es cuando el producto de meses o años de tu trabajo es empujado dentro de un horno industrial”, relataba. Al fin y al cabo, la reproducción aspiraba a desafiar el paso del tiempo igual que el original romano. Imagen promocional de la recreación en Lego del Coliseo, cedida por la propia compañía.Aunque la versión en Lego del Amphitheatrum Flavium ejemplifica mucho más que la ambición de la compañía. La edad recomendada es a partir de 18, la que más gastó en juguetes en EE UU en 2024, como señala Herman. “Siempre ha sido un entretenimiento costoso. Pero los sets más grandes y caros suponen un fenómeno más reciente. Y tiene mucho que ver con los seguidores adultos, que han convertido coleccionarlos en una cuestión vinculada al estatus”, agrega la escritora. Pilar Vilella reconoce que algunos lanzamientos tienen “precios más elevados”, que relaciona con el número de piezas, la investigación y “la exclusividad”. A la vez, recuerda que un cuarto del catálogo cuesta menos de 19,99 euros. Y celebra en todo caso la pasión de los mayores, destinados a contagiársela a los hijos. Lego necesita hacer sitio a unas 800 novedades anuales, de ahí que algunas creaciones padezcan la descatalogación paulatina. “Los sets de Lego no muestran una correlación significativa con las crisis financieras y pueden ser vistos como una inversión atractiva con una diversificación potencial”, concluía el análisis de 2.300 conjuntos citado por Bloomberg, y realizado por Victoria Dobrynskaya, profesora asistente de la Escuela Superior de Economía de Rusia.Una niña y su padre juegan con un set de Lego inspirado en la serie ‘Bluey’, en una imagen cedida por la compañía.“El ladrillo Lego tiene un atractivo perdurable: trasciende el idioma, la cultura, la edad y los intereses”, presume Pilar Vilella. Y defiende que sigue siendo el centro de su estrategia: cualquier nueva iniciativa debe “seguir el ADN” de la marca. Ya tienen presencia en cine, juegos en tablero o digitales, series o libros, y más de 20 licencias, seleccionadas a base de estudios de tendencias, escucha de los seguidores, cálculos de permanencia o la complejidad de su traslado a la construcción. Aunque está previsto que la oferta se amplíe: la aplicación Lego Play quiere introducir la programación en algunos sets, y la comunidad adulta ya puede montar la Mona Lisa, un acuario tropical o una orquídea. Un enfoque que, según Herman, ha dado buenos frutos, tras décadas más inciertas e irregulares: “Algunos fans pueden acercarse a través de Star Wars o Harry Potter, y comprar solo los sets de esas licencias. Y crea un aspecto de coleccionismo, así como cierta expectación por las novedades. También han invertido mucho en la marca, en crear confianza y reputación de calidad. Videojuegos y películas han contribuido a reforzarlo, introduciendo más humor y personajes, y ganando nuevas audiencias”. Hay, sin embargo, una apuesta que no termina de salirle a Lego. En 2021, la compañía anunció pruebas para realizar un ladrillo hecho de plástico reciclable, en lugar del tradicional y contaminante ABS, de plástico. Al final, sin embargo, optó por tratar de reducir la huella de carbono de su recurso habitual. “Probamos centenares de materiales. Simplemente no es posible encontrar uno igual”, confesó el director ejecutivo, Niels Christiansen, en 2023 al Financial Times. Y Tim Brooks, responsable de sostenibilidad, tachó de “decepción” los fallidos intentos de hallar alternativas: en algunos casos, el proceso para obtener la misma resistencia y eficacia por otras vías terminaba por contaminar aún más. Así, el objetivo inicial de eliminar de sus creaciones cualquier plástico procedente del petróleo para 2030 ha sido aplazado a 2032, junto con una reducción de sus emisiones en un 37% comparado con 2019. “Es algo complejo, porque los nuevos ladrillos tienen que cumplir los estándares de seguridad, calidad, y durabilidad”, reconoce Villela. Asegura que se ha experimentado con más de 600 materiales, y que las investigaciones van del mármol artificial a la caña de azúcar, los restos de redes de pesca o los aceites reciclados. Este mismo año, mientras, vence el plazo para otro compromiso que asumió Lego: renunciar a cualquier plástico de un solo uso en todos sus embalajes. Imagen del videojuego de Lego basado en la película de la misma compañía.“La naturaleza misma de estas marcas globales es antitética a la reducción de las emisiones de carbono y el cambio climático”, subraya Herman. Y sugiere a la compañía apostar más por un camino que está empezando a transitar: la entrega gratuita, o incluso con bonus, de viejos sets para que sean reutilizados por otros. La escritora agrega: “En su defensa, la naturaleza duradera de Lego significa que la colección de una persona puede pasar a otra generación, y tener unas cuantas vidas más”. Resulta que los ladrillitos construyen de todo. Hasta monumentos al recuerdo.
De la Casa Blanca a los obsequios entre diplomáticos: Lego conquista al público adulto ladrillo a ladrillo | Cultura
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