Comienza con un tanteo, a veces inocente, y del coqueteo escala al envío de fotos o vídeos de contenido erótico. El ritual de apareamiento digital, el famoso sexting, tiene características similares en todas las latitudes, pero también alguna que otra diferencia. Un nuevo estudio ha encontrado que, por ejemplo, las mujeres jóvenes españolas lo practican más que las colombianas y las mexicanas. O que en México, el peso del prototipo del macho latino se refleja en que ellos tengan una visión más positiva del intercambio de mensajes eróticos que los chicos colombianos o españoles de su edad.El objetivo de la investigación —con una muestra de 3.726 hombres y mujeres de entre 17 y 25 años— fue conocer cómo la cultura de España, México y Colombia influye en la frecuencia, las actitudes y los motivos que llevan a los jóvenes a interactuar sexualmente a través de las redes sociales. Así, los investigadores encontraron que el sexting es común entre jóvenes adultos, con una prevalencia alta en los tres países. Sin embargo, es en México donde los adolescentes lo practican más y, como sucede con los españoles y colombianos, ellos suelen tener actitudes más favorables que ellas hacia esta interacción que sus pares mujeres. Además, los varones del país norteamericano tienen una visión más positiva que el resto de la muestra y suelen asociar el sexo virtual con diversión y placer. Lo mismo que las chicas españolas, que son menos reticentes a estas interacciones. Entre todas las personas encuestadas, la principal motivación expresada para practicar el sexting fue fortalecer la intimidad de la pareja.Más informaciónRicardo Fandiño Pascual, psicólogo clínico y autor de La lucha sexual de los adolescentes en la hipermodernidad, no participó del estudio, pero asegura, luego de leerlo, que los resultados no son sorprendentes para alguien que viene siguiendo el tema desde hace décadas. “La conducta sexual siempre está condicionada por la cultura y regulada por una determinada moral que tiene que ver con la época y con determinados contextos sociales. No me resulta extraño que el sexting tenga diferencias por género y nacionalidad”, asegura. A fin de cuentas, añade, una práctica concreta como esta, “lo que refleja es un patrón más general de conducta y moral sexual”.Silvia Sanz, psicóloga y sexóloga madrileña, explica que “en contextos de más libertad sexual femenina, las mujeres se sienten mucho más cómodas también en el plano de la interacción digital”. En cambio, en sociedades más conservadoras o misóginas, “la mujer que toma la iniciativa o que exhibe su cuerpo es mucho más fácil que se vea juzgada”. Es decir, que las mujeres latinoamericanas limiten o inhiban sus ganas de practicar sexting por miedo a ser señaladas, puede ser visto como un indicador de qué tan atornillado está el machismo en estas culturas.Los motivos por los cuales los jóvenes justifican esta práctica sexual también varían según cada país. Las mujeres mexicanas son las más influenciadas por sus parejas para intercambiar contenidos eróticos, mientras que los colombianos lo hacen más por presión social y consumo de sustancias, como el alcohol, lo que puede generar mayores consecuencias negativas. Consecuencias de las que, claro, nadie está libre.“A la luz de estos resultados, tenemos que educar en el tema del consentimiento y la asertividad sexual para disminuir los riesgos”, dice Rafael Ballester Arnal, profesor catedrático de la Universidad Jaume I de Castellón y coautor de la investigación, que trabaja en estos temas desde 1993. Pero los riesgos no solo son que una foto termine en las manos equivocadas, sino correr detrás de la validación. Ballester lo explica: “Tendemos a pensar que las personas que más envían imágenes sexuales de sí mismas, son personas con mejor autoestima o incluso narcisistas. Pero lo que se ha visto en las últimas investigaciones es que esto no siempre es tan así”. A veces, añade el autor, personas inseguras envían o comparten imágenes porque necesitan la aprobación de los demás. “Las redes sociales te permiten mostrar lo que quieres y cómo mostrarlo a cambio de un like, eso es peligroso porque se puede caer en dinámicas de extorsión y dependencia”.En este sentido, Sanz enfatiza que practicar sexting con responsabilidad implica no solo cuidar que no se vean rostros, tatuajes o cualquier otra seña identitaria del protagonista de la foto, sino también “saber cuándo lo quieres hacer, con quién y desde dónde lo haces emocionalmente”. No se tiene que vivir como una prueba de amor, ni como un mecanismo para recibir aceptación, ni como una moneda de cambio.La intimidad, en la plaza pública“Lo primero que tenemos que pensar”, comienza argumentando Fandiño, “es que vivimos en un contexto social en el que los contenidos sexuales están muy banalizados”. Las imágenes eróticas y pornográficas circulan por la vida cotidiana en muchos niveles y con total normalidad, desde en gigantografías publicitarias hasta en stickers de WhatsApp. Esto —sumado a que, como dice Ballester, “hemos banalizado el concepto de intimidad”, al punto de que en programas de televisión como La isla de las tentaciones algunos individuos destripan su privacidad en directo frente a millones de personas— ha montado un cóctel que implica ciertos riesgos.Ballester lo resume: “Hemos creado una cultura en la que validamos la exposición como sinónimo de fama y prestigio. Los adolescentes ya no valoran tanto la intimidad y, además, tienen herramientas para exponerse”. Los expertos recomiendan que la respuesta debería ser educar a los jóvenes para que sepan diferenciar entre lo privado y lo público, sin pasarse de alarma para no desatar una ola de pánico moral. “Si demonizamos estas prácticas, tampoco vamos a conseguir un efecto educativo muy positivo”, apunta Fandiño. Y añade: “Un adolescente tiene muy claro que no colgaría de un árbol de la plaza del pueblo una foto suya en ropa interior, pero no está tan claro que no vaya a hacerlo en su cuenta de Instagram, que es básicamente lo mismo”.Los entornos digitales transmiten una falsa sensación de control al momento de ejercer prácticas como el sexting, por eso tanto en España como en Colombia y México la percepción del riesgo es muy baja, según el último estudio. “Las redes sociales nos dan muchas posibilidades de personalización”, asegura Fandiño, “esto nos hace creer que tenemos el total dominio de lo que compartimos con otros allí, pero hay que ser conscientes de que tenemos mucho menos control del que creemos”.
El ‘sexting’ entre los más jóvenes sigue reflejando el peso de la moral tradicional de cada país | Tecnología
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