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Fattú Djakité, cantante: “Decir ‘soy africana y soy hermosa’ es un acto de resistencia, de amor propio y de reivindicación” | Planeta Futuro

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Artista, madre y activista de los derechos de la mujer, Fattú Djakité no solo canta: eleva su voz como un eco de resistencia y una celebración de la identidad.. Nacida en Guinea-Bisáu, Djakité se trasladó con su familia a Cabo Verde a mediados de los noventa, pocos años antes de que estallara la guerra en su país natal. Creció en la ciudad de Mindelo, entre ecos de música e historia, pero sin borrar su vínculo con su país de origen. Canta y compone en portugués, criollo de Cabo Verde y criollo de Guinea-Bisáu. “Me siento privilegiada de cantar en criollo guineano, de mantener viva mi lengua, de no perder la conexión con mi herencia”, explica.En su último sencillo, Badjuda Bonita (“chica bonita”, en criollo de Bisáu), eleva el autocuidado a la categoría de acto revolucionario. Junto con su lanzamiento, propuso un reto: 21 días para que las mujeres establecieran una rutina dedicada a ellas mismas. En contextos como el de Guinea-Bisáu donde aún persisten casos de matrimonio infantil o mutilación genital femenina, tomarse un tiempo propio es más que una pausa: es una declaración de independencia. Su lucha no se limita a la música. Su cabello, un trono de rastas anilladas, es una reivindicación de la belleza africana que desafía siglos de imposiciones estéticas.En los últimos años su arte la ha llevado a escenarios de todo el mundo, incluido el pasado Festival de Músicas del Mundo de Sines, el templo europeo de la world music, donde se realizó parte de esta entrevista, completada por teléfono en marzo de 2025.Pregunta. ¿Cómo definiría su estilo? ¿Cuáles son sus influencias?Respuesta. Diría que mi música es world music, porque no me limito a géneros cuando compongo. Mi propósito es simple: crear para la gente, para conectar. Pero, a pesar de esta libertad, es imposible desprenderme de mis raíces. La música de Guinea-Bisáu, los ritmos caboverdianos y la cultura que me ha formado son una presencia constante en lo que hago. Mi madre, cocinera de oficio, llenaba la casa con las vibraciones de las fiestas guineanas: la comida, la música, el criollo que hablábamos.P. ¿Cómo influenció en su música el hecho de haber crecido como refugiada?R. Llegué a Cabo Verde dos años antes del conflicto. No viví la guerra, pero me marcó. Era solo una niña, pero entendía el sufrimiento. Veía a mi madre llorar, escuchaba las noticias, sentía el peso de la palabra “refugiada”. En la infancia eso me convirtió en blanco de burlas. Me llamaban “refugiada” como si no tuviera derecho a hablar, a existir. Tardé en comprender que un refugiado no es alguien inferior, sino un superviviente, alguien que huye de la guerra porque quiere vivir. Por eso incluí la canción Refugiado di Guerra [cantada con el artista brasileño Emicida] en mi álbum Praia-Bissau. No solo habla de mi historia, sino de la realidad de hoy. El mundo sigue en guerra, y no podemos ignorarlo. Debemos hablar, despertar conciencias.Mi cabello, mi piel, mi presencia no necesitan traducción ni permiso. Son la prueba viva de la historia y la herencia africana que llevo dentroP. He visto llorar a su público, especialmente a las mujeres, durante su canción Badjuda Bonita. ¿Por qué cree que toca tan adentro?R. Es esencial entender que nuestro bienestar es una forma de resistencia, de revolución. Bajuda Bonita es una invitación a reflexionar sobre la importancia de conectar con una misma, de cuidar el cuerpo y la mente, de escuchar nuestras emociones y sanar. No se trata solo de tomarte un día para ti, sino de incorporar ese espacio de reflexión en tu vida diaria. Como mujeres, tenemos la tendencia a priorizar todo y a todos por encima de nosotras mismas. Esto debe cambiar. Y no es egoísmo, es cuidarnos, estar bien primero para poder estar bien con los demás.El autocuidado está profundamente ligado a la identidad. A veces, vivimos tan desconectados de nuestras raíces que no sabemos cómo enfrentarnos al futuro. Yo nunca olvido de dónde vengo. Mi historia, mis luchas, mis alegrías y mis dolores han sido las que me han forjado como artista.P. Su estética es una declaración en sí misma. ¿Qué significa para usted?R. Exactamente eso. Un grito de afirmación. Porque si no lo digo yo, ¿quién lo va a decir por mí? En Cabo Verde, la estética europea ha dominado durante demasiado tiempo. Pero esto no es solo una cuestión de moda o de tendencias pasajeras; es una batalla silenciosa sobre cómo nos vemos y cómo nos permitimos existir en el mundo. Mi cabello, mi piel, mi presencia no necesitan traducción ni permiso. Son la prueba viva de la historia y la herencia africana que llevo dentro. Decir “soy africana y soy hermosa” es un acto de resistencia, de amor propio y de reivindicación. No espero que nadie me valide, porque sé lo que valgo.Fattú Djakité en concierto durante el Festival de Músicas del Mundo de Sines, el 26 de julio de 2024.Nuno Pinto Fernandes (Nuno Pinto Fernandes/FMM)P. En la escena musical de Cabo Verde, hay mucha presencia masculina. Pero, ¿quiénes son las mujeres que deberían ser escuchadas?R. Más allá de figuras consolidadas como Mayra Andrade o Lura, hay una nueva generación de artistas que está dejando su huella. Zubikilla Spencer es una de ellas, con un trabajo reciente que es pura belleza. Elida Almeida, aunque ya ha traspasado fronteras, sigue sorprendiendo con su fuerza escénica y su impacto en festivales internacionales.En la kizomba, un género que no deja de expandirse, destacan Soraia Ramos, con su voz envolvente, o Neyna, que está ganando cada vez más reconocimiento. Assol García o Yacine Rosa, esta última originaria de la isla de Fogo, son dos talentos emergentes con una sensibilidad musical impresionante. Me dejo muchas en el tintero pues Cabo Verde está lleno de creatividad y talento, lo que realmente necesitamos son más oportunidades para que estas voces brillen.P. ¿Podría afirmar que su perfil como artista es inseparable de su activismo, de su maternidad y de su identidad como mujer?R. Absolutamente. Cuando grabé mi primer disco, llevaba en mi vientre a mi primer hijo. Desde entonces, mis hijos son la raíz de mi música, la razón por la que mi voz no solo canta, sino que también afirma, denuncia, celebra.En casa intento transmitirles el amor por África desde lo más profundo. La música, la comida, la lengua… todo es un puente con su identidad. Aunque nunca hayan pisado Guinea-Bisáu, reconocen sus canciones, sienten su llamada. Hablan de África con amor y con respeto, porque saben que de ahí vienen, que su historia es poderosa.


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