El ataque masivo contra Kiev y otros lugares de Ucrania perpetrado en la madrugada del jueves por Rusia —que ha dejado al menos 12 muertos y un centenar de heridos, niños incluidos— es una prueba irrefutable de que cualquier anuncio sobre reducción de hostilidades proclamado por Vladímir Putin, como la supuesta “tregua de Pascua”, no es más que una maniobra cosmética. Este último bombardeo —el más letal contra la capital ucrania desde julio de 2024 y en el que han participado más de 200 drones y misiles en varias oleadas— demuestra que Moscú no tiene intención real de detener su agresión.No es la única mala noticia para un desenlace justo a la guerra desatada por Moscú hace más de tres años. Mientras los ucranios ven cómo se intensifican los ataques rusos, y sus estragos, las negociaciones de paz siguen estancadas. El presidente estadounidense, Donald Trump, ha presentado esta semana una “oferta final” que exige a Ucrania reconocer oficialmente como territorio ruso la península de Crimea —anexionada por la fuerza en 2014— y renunciar además al 20% de su territorio —invadido a partir de 2022— a cambio de que Moscú detenga sus ataques. Además, exige que Ucrania, el país agredido, se comprometa a no incorporarse a la OTAN y que se levanten las sanciones internacionales sobre el agresor, Rusia. Con toda lógica, Ucrania ha rechazado rotundamente esta forma de capitulación. Kiev no puede aceptar la imposición unilateral de lo que en realidad es una rendición que, para colmo, ni siquiera garantiza el cumplimiento futuro por parte de Putin de lo que, hipotéticamente, pudiera pactarse, es decir, su seguridad como Estado soberano. En su autocrático modo de entender las relaciones internacionales, Trump ha actuado al margen tanto del Gobierno de Ucrania como de la Unión Europea, añadiendo una piedra más en el muro de desconfianza que, injustificadamente, se ha empeñado en levantar con sus históricos aliados. El mandatario estadounidense no solo ha marginado a Europa, sino que ha hecho concesiones a Rusia antes de iniciar siquiera las negociaciones de paz. De ahí que su exhortación de este jueves a Putin —“¡Vladímir, para!”— suene a puro sarcasmo.El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, tiene toda la legitimidad para insistir en que no aceptará negociaciones bilaterales sobre Ucrania sin la participación de su país. La UE y el Reino Unido, por su parte, no solo tienen la obligación moral, sino también el interés estratégico de sostener a Kiev. Pese a su retórica falsamente pacifista, la propuesta de Trump socava los esfuerzos de paz porque cada uno de sus movimientos refuerza de facto la posición de Putin. Mientras el presidente estadounidense sigue apostando, las bombas vuelven a caer sobre Kiev.
La paz de Putin es un bombardeo | Opinión
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