Knowlton sería uno de esos pueblos en los que, como cantaba Frank Sinatra, solo hay un crimen perfecto posible: matar el tiempo. Si no fuera, claro, por su vecina más famosa, la escritora de novela negra Louise Penny (Toronto, 66 años). Sus novelas, protagonizadas por un inspector francófono llamado Armand Gamache, transcurren siempre en un sitio inventado, Three Pines, un lugar querido por sus millones de lectores para cuya creación Penny se inspiró en esta encantadora localidad de los Cantones del Este de la provincia de Quebec, a una hora de Montreal, donde recibió la semana pasada a EL PAÍS.“El índice de criminalidad es prácticamente inexistente aquí; por suerte, no así en mis novelas”, explica la autora, aún “conmocionada” por el primer homicidio registrado en el pueblo en mucho tiempo. Encontraron a un tipo muerto, la escritora calcula que fue “un trapicheo de drogas que salió mal en Montreal”, en una camioneta en llamas “a un par de calles” de la librería en inglés en la que se celebró la entrevista. En ella, hay una esquina consagrada a los 20 títulos protagonizados por Gamache (que en español publica Salamandra y que también son material para una serie televisiva, titulada Three Pines) y un mapamundi a rebosar de chinchetas clavadas por sus fans para indicar el lugar del que vinieron a conocer el territorio mítico de esas novelas.Más informaciónEse asesinato ha agitado la tranquila vida de Knowlton, una comunidad cercana a la frontera de Estados Unidos cuyos vecinos ya llevaban meses revueltos, como el resto de los canadienses, por las amenazas de anexión de Donald Trump, que quiere convertirlos en ciudadanos del Estado número 51, que insulta a su primer ministro llamándolo gobernador y que ha desatado contra su viejo socio comercial una desagradable guerra arancelaria. Por todo ello, Penny estalló el mes pasado en Facebook con un mensaje en el que anunciaba que cancelaba la gira que tenía prevista por Estados Unidos, y eso incluye una presentación ante un auditorio de unas 2.500 personas en el Kennedy Center, institución cultural de Washington que Trump ha tomado por asalto para ponerla al servicio de su revolución conservadora. En su lugar, hará una gira canadiense, que arrancará en Ottawa, la capital, y terminará en una biblioteca en la frontera con Vermont, que también se ha colocado en el centro del huracán, porque una parte de su superficie está en un país y la otra, en el vecino, y Trump ha ordenado cerrar una frontera que hay en su interior y que llevaba abierta de facto desde hace un siglo.Alfred Molina como el comisario Armand Gamache, en la serie televisiva inspirada por las novelas de Louise Penny. Penny, como tantos escritores canadienses, tiene fuertes lazos con el país vecino, que, en su caso, también son políticos: escribió a cuatro manos con Hillary Clinton el thriller político Terror de Estado. La decisión de cancelar la gira tendrá “un considerable impacto económico” para la autora y para sus editores, pese a lo que, dice, decidieron apoyarla. “Casi seguro que no debutaré, como es habitual, en el primer puesto de la lista. Para eso necesitas vender 100.000 ejemplares en la primera semana”. Lo más asombroso es que una de las tramas de esa novela, Black Wolf, juega con la idea de una invasión que convierte a Canadá en el 51° Estado.Pregunta. Parece que, además de talento para la novela negra, tiene la capacidad de meterse en la cabeza de Trump…Respuesta. La idea la tuve hace más o menos tres años, y la novela la escribí el año pasado. Yo estaba pensando en el medio ambiente. Estados Unidos se está quedando sin agua. ¿Hay algo más vital? Canadá tiene recursos naturales de sobra. ¿Y qué pasa si te falta el agua, pero te sobran los misiles? Probablemente, uses unos para conseguir la otra. Creo que Trump está pensando en eso y no, obviamente, en el control del tráfico de fentanilo [motivo que esgrimió para lanzar sus primeras amenazas comerciales]. Con él, siempre se trata de lograr recursos: es así con Groenlandia, también con Ucrania.P. ¿Dónde estaba el nacionalismo canadiense que Trump ha despertado?R. En la novela hay una invasión, Canadá cae rápidamente y ahí surge una resistencia. Era fácil imaginar algo así. De pronto, lo inimaginable parece posible. Me parece que ese nacionalismo fue fraguándose poco a poco. No me sorprendió, más bien me ha emocionado. Obviamente, tenemos que cuidarnos del lado oscuro del nacionalismo, que es el que impulsó el nazismo y se parece mucho al que defienden Trump y los suyos. Pero creo que los canadienses seremos capaces de mantenernos en su lado, digamos, moral.P. ¿Diría que Trump coquetea con el fascismo?R. Oh, sí. Leí una columna de opinión brillante hace poco en The New York Times, cuyo titular decía: “Canadá, te presento a Ucrania”. Reproducía las citas de [Vladímir] Putin justo antes de invadir el país, y las comparaba con lo que Trump está diciendo ahora. Resultaba escalofriante. Estamos asistiendo a un golpe. Creo que tiene que ser el Partido Republicano y la gente MAGA [Make America Great Again] los que reaccionen. No solo por el daño que hagan los aranceles o porque suba el pan, sino porque lo que está haciendo es moralmente incorrecto. ¡El modo en el que está amedrentando a otros países! Es repugnante…P. Antes hablaba de un artículo de opinión. ¿Leyó el que su amiga Hillary Clinton escribió sobre la Administración de Trump en el que se asombraba de su incompetencia?R. Me pareció fabulosa la parte en la que decía que Estados Unidos es una república bananera. Me lo envió antes de publicarlo. Oscar Wilde dijo que el único pecado es la estupidez y que los demás surgen de él. Estoy de acuerdo en que en Washington ahora sobra la estupidez. No sé cuántas veces al día me digo que no entiendo lo que está pasando. Es como si me hubiera despertado en un universo paralelo, como en aquel capítulo de Seinfeld en el que George Constanza se levanta en un mundo en el que todo lo racional se ha vuelto irracional. ¿Cómo puede nadie votar por Trump? ¿Quién iba a pensar que empezaría con tanto ímpetu el primer día?P. Se pasó la campaña prometiendo que lo haría. Y que sería dictador por un día…R. Creo que me desperté en el universo paralelo una semana, tal vez dos después de su toma de posesión, cuando me quedó claro que nadie le iba a oponer resistencia, que el Partido Republicano se había rendido. Gracias a Dios por [el nuevo primer ministro canadiense Marc] Carney y por [Justin] Trudeau, que finalmente encontró su voz, marcó el tono…P. ¿Qué pensó del discurso que dio para oponerse a los aranceles de Trump?R. Me hizo sentir orgullosa, no solo de sus palabras, sino también de cómo le pasó el testigo a Carney [al frente del Partido Liberal]. Solo espero que Carney gane.P. ¿No es surrealista que las elecciones de su país (el 28 de abril) se hayan convertido en un referéndum sobre el presidente del vecino?R. Es verdad. Pero en unas elecciones uno no siempre vota por el candidato que más le gusta, sino para evitar un mal mayor.P. Boicotea los productos estadounidenses?R. Por supuesto. Antes estaba en la frutería. Me encantan las naranjas, pero he visto la etiqueta de Hecho en Estados Unidos, y, con gran dolor de corazón, las he devuelto.Desde la izquierda, Louise Penny, Hillary Clinton y Seth Meyers, en el programa nocturno de este último, en 2021, cuando Penny y Clinton publicaron su libro conjunto, ‘Terror de Estado’. NBC (NBCU Photo Bank via Getty Images)P. ¿Qué aprendió sobre la política estadounidense al escribir su libro con Hillary Clinton?R. Algo de lo que sucede a puerta cerrada, aunque no mucho. También, que no todos los políticos son iguales. Puede que todos hagan concesiones con el tiempo, pero sé por mi relación con Bill y Hillary y otras personas que he conocido, que también los hay que confían profundamente en el servicio público y en la decencia, y que no pueden creer lo que está pasando, y cómo el país que aman se desliza por esa senda autodestructiva. He pasado vacaciones con ellos, y sé que se codean con gente corriente: tienen amigos que son maestros de escuela, joyeros, personas con las que crecieron, no multimillonarios con jets privados.P. ¿Cree que la política canadiense podría ser un buen material para un thriller?R. Una de las cosas interesantes que ha sucedido y que me hace muy feliz es que el mundo ha comenzado a respetar a Canadá como siempre debería haberlo hecho. No somos una versión aligerada de Estados Unidos, un país tipo Nueva Zelanda…P. Una nación de gente demasiado educada…R. Sí, educada y un poco risible, un lugar donde solo hay nieve y jarabe de arce. Me alegra que Canadá se haya revelado ante el mundo como un país que sabe defenderse.P. ¿Dónde deja todo esto al Rey Carlos III, jefe de Estado de Canadá?R. Trump también ha logrado que los canadienses nos enfademos con el Rey. Es alguien que ha invitado con todos los honores a un presidente que nos ha declarado la guerra comercial. Ojalá se pudiera convocar un referéndum. No va a suceder, porque necesitaría el apoyo de todas las provincias y estas pedirían algo a cambio que lo haría imposible de organizar. Si sucediera, yo votaría en contra. No tengo nada en contra de la monarquía para ellos, pero, ¿nosotros? Es ridículo. Da vergüenza solo de pensar en un país independiente que tiene un soberano de otro país.
Louise Penny, escritora: “Canadá se ha revelado ante el mundo como un país que sabe defenderse” | Internacional
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