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Un estudio vincula una toxina bacteriana en los niños a la “epidemia” de cáncer colorrectal en los adultos más jóvenes | Salud y bienestar

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La voz de alarma suena cada vez más fuerte. Los casos de cáncer colorrectal se están disparando en las personas menores de 50 años sin que se conozcan las causas, duplicándose en muchos países en las últimas dos décadas. Hay treintañeros, sin factores de riesgo obvios ni antecedentes familiares, que llegan al hospital ya con una metástasis letal. Un nuevo estudio, encabezado por el biólogo computacional Marcos Díaz Gay (Santiago de Compostela, 33 años), sugiere que detrás de esta “epidemia” de cáncer colorrectal se encuentra una toxina bacteriana, que provoca mutaciones cancerígenas en el ADN de los niños. El trabajo se publica este miércoles en la revista Nature, una de las publicaciones científicas de mayor impacto mundial.El biotecnólogo español Cayetano Pleguezuelos y sus colegas del Instituto Hubrecht (Países Bajos) ya demostraron en febrero de 2020, cuando la humanidad estaba más pendiente de la inminente pandemia de covid, que una cepa de la bacteria intestinal Escherichia coli produce una molécula tóxica, llamada colibactina, que daña el ADN de las células humanas. Hace menos de un año, otro estudio detectó una firma mutacional característica de esa toxina en el 13% de los 2.000 pacientes británicos analizados. Prácticamente en uno de cada ocho.Más informaciónEl nuevo trabajo ha abierto el foco. Los autores han investigado el ADN de casi un millar de tumores de pacientes de 11 países, analizando las variaciones geográficas y entre los diferentes grupos de edad. Dos marcas genéticas atribuidas a la acción de la toxina bacteriana —denominadas ID18 y SBS88— son tres veces más habituales en las personas diagnosticadas antes de cumplir 40 años que en las de más de 70 años. “En los países más industrializados hay un aumento de los casos de infección por esta cepa de Escherichia coli, lo que nos lleva a pensar en cambios en el estilo de vida”, hipotetiza Díaz Gay, que realizó la investigación en la Universidad de California en San Diego (EE UU) y se ha incorporado recientemente al Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, en Madrid.El fenómeno se observó por primera vez en Estados Unidos, en 2009. La incidencia de cáncer colorrectal disminuía en las personas mayores, pero aumentaba más de un 1,5% anual en los menores de 50 años. Una década después, un estudio en 20 países europeos reveló que la incidencia había aumentado anualmente un 8% en los veinteañeros, un 5% en los treintañeros y un 1,6% en los cuarentañeros, entre 2004 y 2016. Y otro trabajo prácticamente simultáneo detectó incrementos del 4% anual en Corea del Sur y Nueva Zelanda.El nuevo estudio forma parte del proyecto internacional Mutographs, financiado con 20 millones de libras (unos 23 millones de euros) por la organización benéfica británica Cancer Research UK. El consorcio intenta desde 2017 descubrir causas desconocidas del cáncer, gracias al análisis de mutaciones características en el ADN. La toxina de la bacteria intestinal despunta como una probable causa del alarmante aumento del cáncer colorrectal de aparición temprana. “En pacientes jóvenes, de hasta 39 años, vemos ese patrón de la colibactina en uno de cada tres casos”, subraya Díaz Gay.El biólogo computacional Marcos Díaz Gay, fotografiado este miércoles en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, en Madrid.Álvaro GarcíaEl análisis incluye datos de Argentina, Brasil, Canadá, Colombia, Irán, Japón, Polonia, República Checa, Rusia, Serbia y Tailandia. El biólogo computacional destaca que en algunos de estos países, como los tres sudamericanos, se han detectado mutaciones típicas, inusuales en otros lugares, lo que sugiere que hay otros factores ambientales locales, hoy desconocidos, que contribuyen al cáncer. “Vemos que el patrón de la colibactina es global, pero desafortunadamente no tenemos datos de España. La idea ahora es intentar averiguar qué está pasando aquí”, señala Díaz Gay, al mando de un nuevo grupo de genómica digital en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas.El daño de la toxina en el ADN provoca un patrón de mutaciones muy característico. Gracias a técnicas para estudiar la evolución de los tumores, los investigadores pueden inferir que esos cambios aparecen muy pronto, en los primeros 10 años de vida de la persona, según detalla el biólogo, que menciona el uso de determinados antibióticos como una de las hipótesis que hay sobre la mesa. El estudio de los 2.000 pacientes británicos, publicado en agosto de 2024, detectó que otra firma mutacional, denominada SBS93 y posiblemente asociada al tabaquismo y al consumo de alcohol, aparece en uno de cada tres casos de cáncer colorrectal. Entre los factores de riesgo conocidos también figuran la comida basura, las bebidas azucaradas, la obesidad, la hipertensión, la falta de ejercicio y la deficiencia de vitamina D, provocada por una dieta desequilibrada o por no recibir suficiente luz del Sol.El cáncer colorrectal, culpable de la muerte de casi un millón de personas cada año, es el segundo más mortífero en el mundo, por detrás de los tumores de pulmón, aunque la supervivencia a los cinco años es cada vez más elevada y alcanza el 90% si se detecta pronto. Dos de los mayores especialistas en esta enfermedad, Kimmie Ng y Marios Giannakis, del Instituto Oncológico Dana-Farber, en Boston (Estados Unidos), han predicho que en 2030 será la principal causa de muerte por cáncer en las personas de entre 20 y 50 años.¿De dónde viene esta cepa de ‘Escherichia coli’? No lo sabe nadieCayetano Pleguezuelos, biotecnólogoEl epidemiólogo británico Julian Peto, de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, es cauto. En declaraciones al portal especializado Science Media Centre, el investigador ha advertido de que observar que las firmas de colibactina son más comunes en los tumores de los pacientes más jóvenes “no es una prueba concluyente” de que esta toxina sea una causa relevante del aumento del cáncer colorrectal en las generaciones sucesivas nacidas desde la década de 1950. A su juicio, primero hay que analizar muestras históricas de tumores conservadas en los hospitales, para descartar que la colibactina no fuese también una causa importante de cáncer en los adultos más jóvenes de hace décadas.Cayetano Pleguezuelos y sus colegas holandeses demostraron en febrero de 2020, de manera irrefutable, que estas toxinas bacterianas eran las responsables del patrón de mutaciones característico observado en muchos tumores de colon y recto. El biotecnólogo aplaude el nuevo análisis, en el que no ha participado. “No está probado al 100%, pero este estudio es una prueba bastante fuerte de que, probablemente, la bacteria sí que esté involucrada en el desarrollo del cáncer temprano, que es un problema que se está incrementando desde hace 20 años”, opina Pleguezuelos, ahora en el Instituto de Biología Humana, en Basilea (Suiza).“Son las preguntas que se hace todo el mundo: ¿Por qué se incrementa globalmente el cáncer colorrectal de inicio temprano? ¿Y de dónde viene esta cepa de Escherichia coli? No lo sabe nadie”, prosigue el biotecnólogo. “Estos estudios abren la puerta a enfocarnos en entender estos aspectos. ¿Quién tiene la bacteria? ¿De dónde procede? Si los entendemos, podremos intentar hacer algo para remediarlo, pero, por ahora, no se sabe”, admite.En el proyecto de 20 millones de libras colaboran la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, la Universidad de California y el Instituto Wellcome Sanger. La organización californiana ha afirmado en un comunicado que “la exposición durante la infancia a una toxina bacteriana podría estar desencadenando una epidemia de cáncer colorrectal entre los jóvenes”. El jefe de Díaz Gay en San Diego, el biólogo computacional Ludmil Alexandrov, sostiene que este hallazgo cambia la forma de ver el cáncer. “Puede que no se trate solo de lo que ocurre en la edad adulta: el cáncer podría estar influido por sucesos en las primeras etapas de la vida, quizá incluso en los primeros años”.El comunicado de la Universidad de California en San Diego incluye un contundente posicionamiento contra la errática política científica del nuevo Gobierno de Donald Trump y sus tijeretazos presupuestarios a la ciencia en Estados Unidos. “Si los recortes de fondos para los Institutos Nacionales de la Salud afectan a nuestra capacidad para hacer este trabajo, será, en mi opinión, un golpe significativo para la investigación del cáncer no solo en Estados Unidos, sino a nivel global”, alerta Alexandrov. “El futuro de este proyecto está en peligro”, advierte la universidad.


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